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Godafoss, donde llacen los dioses vikingos/Cristina Palomar |
Mi olvido también se explica en parte porque el estruendo y la fuerza del agua me aterraban y era imposible acercarme a menos de cien metros. Sin embargo, al final me reconcilié con las cascadas islandesas gracias a tres bellezas: Svartifoss, Skogafoss y Seljalandsfoss. La primera está al sur de Vatnajökull en dirección hacia Reykjavik y forma parte del parque de Skaftafell.
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Las paredes basálticas de Svartifoss |
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Skogafoss, entre Vik y Reykjavik/Cristina Palomar |
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Un campo de lava después de atravesar el sandur/Cristina Palomar |
Y para acabar pasmada del todo, nada mejor que un buen remojón en Seljalandsfoss. Nada de bañarse, por supuesto. De lo que hablo es de ver la cascada desde el interior de la montaña y en el caso de Seljalandsfoss se puede hacer porque un camino la bordea completamente. Hay que ir con cuidado porque el sendero está muy resbaladizo, pero aunque acabes chorreando o con el culo en el suelo la sensación es inolvidable. Además, el agua no está tan fría y no huele a huevos podridos como la del grifo.
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Seljalandsfoss se puede rodear/Cristina Palomaar |
Islandia: Las razones de mi viaje a la isla misteriosa.
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