miércoles, 4 de diciembre de 2013

Baño de despedida en la Laguna azul

Los colores de Reykjavik
Después de quince días viendo maravillas sin cruzarte prácticamente con nadie, cuesta regresar a la civilización. A la vuelta, la Reykjavik de bonitas casas de colores, impresionantes zonas verdes y lagos repletos de salmones que tanto sorprende a la llegada a Islandia me dejó más bien indiferente. Lo mismo me pasó con los bellos islandeses: ya no me quedaba fascinada cuando se cruzaban conmigo por la calle.


El parque nacional de Thingvellir/Cristina Palomar
El guía intentó animarme llevándome hasta el parque nacional de Thingvellir, donde puedes comprobar como las placas atlántica y europea se separan cada año un poco más amenazando con partir la isla por la mitad. A pesar de ser un enclave mítico para los islandeses porque era el lugar de reunión de los clanes vikingos, el paisaje de lagos y verdor me dejó más bien fría, sobre todo después de haber visto cascadas, volcanes, glaciares, géisers, ballenas y fiordos.


Uno de los originales murales del centro de la ciudad
Reykjavik es una ciudad pequeña y pronto la tienes vista. Dejando de lado los centros comerciales de las afueras, la catedral y la zona portuaria llena de esqueletos de edificios a medio construir, la actividad comercial y de restauración se concentra en unas pocs calles del centro. Uno de los recuerdos más originales de la isla es la orfebrería hecha con lava. También son bonitos los diseños en fieltro y la confección de ropa, aunque la lana es australiana porque los islandeses ya no esquilan a sus ovejas.


El famoso Blue Lagoon/Cristina Palomar
Para compensar la desilusión por el viaje que se acaba, nada mejor que un menú a base de bacalao y después un buen baño en la laguna azul. El Blue Lagoon ya no es una simple piscina artificial de agua caliente procedente de una central geotérmica, ahora es un moderno y carísimo centro talasoterapéutico con vestuarios, duchas, toallas y masajes. El agua está a unos 40 grados y el contraste con el frío del ambiente es muy agradable. Mientras te bañas puedes aplicarte por el cuerpo una curiosa pasta blanca que te dejará la piel y el cabello tiesos si no te enjabonas bien después. 

Islandia es un país muy seguro pero ten cuidado con tu toalla. No la pierdas de vista mientras te estés bañando o cuando salgas de la piscina te encontrarás que alguien se la ha llevado y no tienes con que secarte. Si la pierdes, te congelarás y tendrás que pagar una multa. A mi me pasó, así que no tuve más remedio que robarle la toalla a otro más tonto que yo.


Bless,bless, Island!
IslandiaLas razones de mi viaje a la isla misteriosa.

Próximo destino: La India. ¡Nos vemos en enero!

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