martes, 23 de julio de 2013

En Japón el raro eres tú (VI): una geisha no es una puta

Cartel de una casa de geishas/Cristina Palomaar

Si hay algo que todo el mundo reconoce como genuinamente japonés es la palabra geisha. Lamentablemente, la mayoría piensa que son simplemente unas prostitutas excesivamente maquilladas pero no es así. Sí que van excesivamente maquilladas con polvo de arroz para mi gusto pero no son putas, sino exquisitas y muy solicitadas artistas con toda una vida de preparación a sus espaldas.

Supongo que la idea de identificar una geisha con una prostituta nos llega directamente del imaginario yanqui, ya que cuando Japón fue invadido por las tropas de los EEUU al final de la II Guerra Mundial, muchas geishas se quedaron en la calle sin protección y tuvieron que malvivir prostituyéndose para los soldados invasores.

El barrio de les geishas de Kyoto/Cristina Palomar
Kyoto, cuna de la elegancia y el refinamiento japonés salvada milagrosamente de los bombardeos nucleares estadounidenses, es una de las ciudades donde mejor puedes ver a las geishas en su ambiente. Incluso tienen un barrio enterito para ellas construído en madera con puentes y canales y calles peatonales bellamente adornadas con cerezos que cuando florecen, entre marzo y abril, te traslada a la época del shogun.

Aún así, es difícil encontrarte con alguna puesto que son aves nocturnas y, a excepción de algún encargo muy especial y muy bien pagado que las obligue a dejar su escondite, no acostumbran a salir a la calle, al menos ataviadas como tal.

Lo que si que me sorprendió es la cantidad de chicas jóvenes con los párpados operados para tener los ojos más grandes y redondos tipo Manga que van vestidas con el kimono tradicional y el peinado típico, sus zuecos y sus calcetines blancos a juego con el bolso Chanel aunque sea para ir al cine o salir a pasear. Es como si los domingos me pusiera el traje de pubilla catalana para ir a visitar a mis suegros.

Delicada composición/Cristina Palomar
Para mi sorpresa, la última noche antes de regresar a Barcelona nos llevaron a un local de entretenimiento muy famoso en Tokyo donde actúan geishas. El local tiene diferentes comedores privados donde se reúnen habitualmente hombres para disfrutar de una velada de música, poemas y canciones mientras se ponen hasta el culo de beber sake y de degustar una cena delicatessen con bellos platos decorados.

La sociedad japonesa es terriblemente reprimida y machista, y asistir a una velada con geishas siempre ha sido una forma muy sofisticada de liberarse de las cadenas, además de gozar de un gran reconocimiento social. Del hombre, por supuesto.

La geisha  y la maiko actuando/Cristina Palomar 
A pesar de no entender ni una palabra ni yo de japonés ni ellas de español, la geisha se dejó fotografiar con una delicada naturalidad y actuó para nosotros en el escenario. luciendo unos bellísimos kimonos y enormes abanicos en plan locomía.Dos mujeres se encargaban de la música y una geisha y una maiko (aprendiza de geisha que no lleva ningún adorno en el pelo) bailaron y cantaron durante horas 

A medida que el sake hacía efecto, las barreras del idioma y la cultura se difuminaron y acabamos unos cuántos en el escenario jugando a un peculiar piedra, papel y tijera japonés en el que, curiosamente, siempre perdía yo.

La geisha y yo durante la cena/Cristina Palomar 

Japón: las razones de mi viaje.
















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