martes, 29 de octubre de 2013

La tierra de los paisajes imposibles (III): de Detifoss al desierto

Entre Húsavik y Egilsstadir, el desierto/Cristina Palomar

Después del momento ballenero de Húsavik -donde las corrientes fría del Ártico y templada del Golfo de México convierten el mar en un festín de placton- sigo un poco desconcertada por la forma de ser islandesa. Defensores acérrimos de su paisaje, te llevan con un barco a disfrutar de las ballenas mientras que en el mismo puerto recalan los grandes balleneros que luego acabarán con ellas.

Siguiendo la Ring Road de camino a Egilsstadir, pequeña población situada en los fiordos del oeste, hay que parar en la cascada de Detifoss. De hecho, sin ballenas y sin cascadas, Islandia sería otra cosa. Mucho más aburrida, supongo. Detifoss es el salto de agua más caudaloso y grande de Europa, y el ruido ensordecedor del agua hace que tus pies se paralicen de miedo mucho antes de llegar hasta ella.

Inconscientes en Detifoss/Cristina Palomar
Detifoss es famosa porque el salto de agua queda a la altura del viajero y es tradición que los más inconscientes se hagan la típica foto sentados en el borde, justo donde el agua se precipita al vacío.

Supongo que no les importa que el camino hecho de piedra basáltica que va por el acantilado esté resbaladizo por la humedad y que hace unos años una turista israelí se quiso hacer la valiente como ellos y resbaló sobre la piedra mojada cayendo al vacío. Naturalmente, nunca la encontraron.

La cascada es la más grande de Europa/Cristina Palomar
Todavía impresionada con la historia de la pobre mujer y con la barbaridad de agua marronosa que arroja Detifoss nos adentramos en una de las zonas más inhóspitas de la isla. Durante horas circulamos por un desierto de arena negra que nos dejó bien rebozados.

La zona había sido una de las más fértiles de Islandia pero una erupción inesperada lo cubrió todo de ceniza, matando la vegetación y convirtiendo cientos de kilómetros en un hermoso e inquietante desierto donde ni los trolls pueden vivir.

Islandia: las razones de mi viaje a la isla misteriosa.


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